Noli nothis permittere te terere.

(Dont let the bastards get you down)

Nil desperandum

(Never despair!)

martes

La transmutación de los espíritus. (A propósito de Tótem y tabú, la biblia y la reencarnación)

A lo largo de su historia, el hombre ha utilizado términos como espíritu y alma para definir lo que entiende como poderes sobrenaturales que tienen voz sobre los cuerpos humanos e incluso sobre los animales y otros cuerpos inanimados o estados de la naturaleza; tales como la lluvia o una erupción volcánica. El espíritu viaja por los cuerpos, determinando el curso de sus acciones y delimitando a detalle la personalidad del cuerpo que, digamos, posee.

Los poderes que dicho espíritu emana son considerados como independientes del cuerpo en el que se manifiesta y, al contrario, los poderes del cuerpo habitado están siempre a disposición del espíritu sobrenatural. Por lo tanto, un espíritu no puede ser entendido según las reglas con las que se rige la física, o la biología. Empero; las relaciones de energía que se movilizan a través de él, a pesar de carecer de elementos para su demostración mediante los establecidos modos de comprensión energética, son tan y más elevados que la fuerza más poderosa por el hombre hoy conocida.
Por su conformación histórica; México es un país rico en creencias y muchos de los sucesos del diario acontecer son explicados mediante el movimiento de fuerzas superiores al conocimiento y el entendimiento humano. Son sucesos entendidos ya sea como un efecto de los humores de los espíritus, por los movimientos planetarios, porque así debe de ser o porque dios así lo quiere; por mencionar algunas de las definiciones más usadas para explicar-se la presencia de sucesos de otra modo inentendibles para ellos.
La propuesta que a continuación les presento, debe seguirse bajo las reglas de la metáfora, úsese como alegoría si ello les facilita el trabajo, pero siguiendo en todo momento, lo que los americanos llaman –the big picture- ; el cuadro completo de la situación en estudio.
Haciendo a un lado –para nuestros fines- la idea general que se tiene de que habita un ser/espíritu en un cuerpo, la propuesta que les presento tiene por objetivo situar al espíritu del lado de las ideas.
Pudiera ser que éste espíritu que influye, a veces aqueja y otras pocas favorece, al sujeto que los padece sea la manifestación de una(s) idea(s) que en los muchos de los casos se presenta en la vida del sujeto y muchas veces sin serle posible el entendimiento fundamentado epistemológicamente. Pues debemos de recordar que es en el sujeto mismo donde es desarrollada la situación.

Partamos sin más preámbulo a la representación de la idea.

Hay cuerpos y hay ideas adquiriendo vida y desarrollándose. Cuando una idea se forma es lo suficientemente grande para habitar en el pensamiento de una persona y ahí vivir cómodamente, según sus necesidades. Pues cuando esta -idea- crece, una cabeza no es suficiente y pasa a habitar otros cuerpos, o, mejor dicho, otras personas ya que cuando el espacio insuficiente uno se tiene que mudar.
Podemos ver la existencia de una idea por sus efectos, y, a pesar de su inmaterialidad –no se ve, no se toca no se siente-, ella existe y constituye, o pasa a elaborarse como una causa posible, como un creador de cambio. Por ejemplo El comunismo, El catolicismo, y los muchos ismos habidos y por haber adscritos en este juego de poder.
Cada una de estas ideas crece en proporciones -intangibles, inmateriales- el huésped que la sostiene en el mundo material crece en dirección directamente proporcional al poder que adquiere como tal, por los caminos de sí misma. El huésped es ahora más extenso y diversificado; un libro aquí, un fanático allá, un estudioso mas allá cargando y sosteniendo a esa idea. Y así, los cuerpos en los que se apoyaba la idea se convierten en organismos constitutivos, para que el ser al cual constituyen, o en el cual se constituye una idea pase de ser la mente de un Ser Humano hasta la conciencia de un Ser Social, o dicho de otra forma; de una sociedad con sus códigos.
Habiendose inscrito –la idea- a niveles y proporciones tan magnificas y habitando un cuerpo que busca –desde que está vivo- determinados centros homeostáticos (determinados en función de las ventajas y comodidades individuales de los organismos en conjunto), le serán necesarios puntos de presión y puntos de defensa para proteger su existencia, su vida. La función primordial de estos organismos de defensa, su existencia, digamos, es la de salvaguardar al ser del que dependen y en el cual están constituidos (una fe, una posición política); proteger a este ser vivo en donde habita el espíritu, al espíritu de dios, por ejemplo, para el catolicismo.
En dichos organismos, la fuerza que la idea posee es muy elevada, en donde la idea es lo único por lo que se existe y por ella se vive.
Éste es el rol de un fanático dentro de la idea. Es quien se encarga de cargar con esta idea como una certeza, es quien sabe que su idea es más que una simple idea.
En éste cuerpo, la idea ha adquirido proporciones tan intensas, tan deslumbrantes y reveladoras.
Los organismos de ataque son también de conquista, pues, como la vida aspira a más vida, y un organismo/vida en expansión es un organismo sano.
De esta manera se viven las guerras de las ideas, en donde los fanáticos son los guerreros de ataque. Y aquellos que siendo presas de la idea, cualquiera que sea, dedican su Completa vida a determinada corriente, se congregan alrededor de ella y, en el más intenso de los casos; viven convenciendo/forzando a otros a que piensen lo que él –organismo/fanático- piensa, al apoyar la base de sus conocimientos en una certeza, la de que su idea explica la existencia suya y, ergo la de todo lo demás. (Como, en el caso del fanático, necesita estar tan seguro de aquello de lo que se siente inseguro, se asegura de convencer a todos, de conseguir adeptos, seguidores. Pues, de ser un error ésta idea, pone en juego la misma existencia, el valor de la existencia del Uno mismo, del yo en el sujeto).
Casos como el del sujeto que se entrega a la guerra con la idea de cuidar de su familia; su esposa y su hijo, que según –la idea en- él es lo único por lo que vale la pena vivir y, al ser muertos su esposa y su hijo en veloz y despiadado ataque enemigo, se encuentra, el atacado esposo ante una decisión. O cambiar de idea –y de concepción del mundo-, y seguir adelante –sin lo que se tenía-, o mantenerse firme y matar a ese cuerpo sin vida en donde la idea que antes habitaba ahora cobra factura. El hombre que fue a la guerra porque amaba a sus hijos termina su vida al perder ésta su razón o su propósito.
Y en este punto quizás sea conveniente hacer a un lado las consideraciones sobre cuáles son las ideas por las que vale la pena vivir y morir y cuáles no, pues dichas decisiones suelen ser incidentales.
Cuando una idea –cualquiera- no es muy fuerte, puede compartir habitación, o casa con otras ideas huéspedes; y, por ejemplo vivir una idea de quien guste por el ahorro del dinero, junto con ser un coleccionista compulsivo de un artículo particular, mientras una idea no choque con la otra, dentro de un mismo sujeto, será posible que puedan cohabitar.
Podremos también en otro momento cuestionarnos sobre cuáles son las razones que permiten la fusión entre una idea y determinados puntos del sujeto neurótico, en donde se ancla la idea para convertirse en una con el sujeto.


Al principio no existió más que la idea de un hombre por volar, cuando viendo el viaje de las aves no podía menos que emocionarse y llenarse de júbilo mientras soñaba con que, algún día, volaría. Y lo que tenemos que preguntarnos es ¿Es que él formó esta idea, o la idea se formó en él? ¿Es en este caso, el sujeto, un efecto de la idea, o ésta existe a partir del sujeto?
En el específico ejemplo de querer volar me atrevo a apostar en que más de un sujeto pensó en ello a lo largo de los tiempos. Fue un sueño, luego una idea, se convirtió en ficción, y pasó a proyecto; para terminar formando parte de nuestra realidad, tanto así que existen aviones.
Con esto podemos hablar del valor de las ideas y de su transmisión dentro del plano del conocimiento compartido.
Detrás de los escondrijos de la psicología, podemos igual encontrar el poder de una idea, consciente o inconscientemente transmitida y no podemos menos que maravillarnos ante el poder de la palabra, sea ésta dicha en el lenguaje que sea. Y con esto no regreso más que al inicio. Al inicio fue la palabra.

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